Temporada de campo, es la primera película de la directora Isabel Vaca, y cuenta la historia de transición de un niño a la adolescencia junto con el peso de las responsabilidades que la vida le tiene preparadas, poniendo en contexto la presión de las decisiones importantes que debe de tomar para formar su destino desde su temprana edad.
El niño es Bryan, quien espera con muchas ansias las vacaciones de verano para poder dejar de lado sus tareas y dedicar todo su tiempo al rancho donde trabajan su abuelo y sus tíos, su padre se fue a los EE. UU., pero ya no regresó. Todo lo que sucede en su mundo y en su destino ya se puede disfrutar en las salas de cine.
Un día común y corriente para Bryan consiste en arriar vaquillas, aprender a montar, y todo lo relacionado con el hecho de convertirse en un vaquero. Él tiene claro, a sus 12 años, lo que quiere ser cuando sea grande y lo que tiene que hacer para lograr su meta, estar con estos animales hasta que se logren convertir en toros de lidia, de la misma forma que lo ha hecho su familia y las familias de sus amigos en el mundo de la tauromaquia jalisciense.
La familia de Bryan ha trabajado desde que empezó el rancho, se han ganado la admiración y el respeto por el trabajo en el campo, todo debido a la tradición familiar. La historia tiene muchos matices, ha tenido que madurar rápidamente, por las circunstancias que le ha tocado vivir, no ha tenido una infancia fácil y plasma ese contexto con el que viven estas familias a través de sus ojos.
A diferencia de cualquier otro niño de su edad, Bryan ha tenido que tomar decisiones que afectan más profundamente su vida, en especial por la ausencia de su padre y las largas horas de trabajo que su madre tiene, no puede evitar pensar en su futuro antes que otros niños.
El documental es de una índole muy cercana con los personajes, busca entrar hasta la cocina, las habitaciones y demás momentos de la vida personal, cuando es extraño que permitan el acceso a alguien que no es de la familia. Incluso hay escenas que demuestran los momentos previos de irse a dormir, definitivamente se tuvo que formar un lazo de confianza entre la producción y las personas que están plasmando su vida en la pantalla.
La clave para la creación de esta película fue el tiempo, en este caso se tomaron cerca de seis años, cuatro de esos años se dedicaron a la producción, de los cuales, dos fueron dedicados a la investigación. Pero el resultado logra plasmar sus historias de forma honesta.
La visión de la directora sigue muy de cerca la vida diaria de Bryan, las mañanas en el rancho y las tardes de dispersión con sus amigos que rompen momentáneamente con su responsabilidad, pero no su realidad, rodeada de violencia y pobreza. Este destino ya pactado y un peso que parece caer sobre sus hombros de niño.
Refleja una realidad que viven las familias de ese pueblo y posiblemente de muchos lugares de México, de la que tenemos consciencia es la historia de las personas que van, pero poco nos interesa saber la realidad de las que se quedan. Niños que crecen sin papá o mamá, normalizando la violencia.
Temporada de campo comparte la otra cara de ser vaquero. Va más allá de mostrar actividades taurinas que tienen el estigma de violencia ejercida contra los animales, por lo que no se muestra en la película, todo se enfoca en lo que pasa detrás del oficio que se hereda de generación en generación.
El tema de la tauromaquia en delicado, no es una película para que la gente tome una postura de pro o contra, se concentra en todo lo que hay detrás del espectáculo, ya que mucha gente conoce solamente lo que sucede en la plaza. Hay familias que viven de esa actividad, haciéndolo con mucho respeto y cariño al campo y a los animales, dejando ver esa simbiosis de la que éramos ignorantes.
Plasma estas situaciones y realidades desde el punto de vista de los niños, que son transparentes y no tienen ninguna especie de filtro, sobrepasando un reto al narrar una dinámica infantil, que refleja situaciones mucho más serias que se vive en este tipo de comunidades, no por ser vista desde la perspectiva de un niño deja de ser seria. La narración es ligera, pero está atascada de temas muy relevantes.
El documental por fin ha llegado a las salas de cine después de haber tenido una buena ronda de exhibiciones durante la pandemia, visitando festivales fílmicos en Suiza, Canadá, Moscú y Miami, además de haber obtenido el Premio del Público en el Festival Internacional de Cine de Morelia el año pasado.
Ahora se enfrentará con el cine comercial y el público mexicano, para poder demostrar muchas realidades de México, esperando a que los espectadores la vean y tengan una reacción positiva.
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