La semana pasada en el sitio oficial de la Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos se reveló el listado de películas elegibles en la categoría de Mejor Película Internacional, en la que figura la producción mexicana Noche de Fuego / Prayers for the Stolen de la directora salvadoreña Tatiana Huezo, bajo la producción de Danny Glover, con la fotografía de Dariela Ludlow, la banda sonora por parte de Jacobo Lieberman y Leonardo Heiblum, que adapta la novela Ladydi del 2014 de Jennifer Clement.
Su filmación tardó 5 años en la Sierra gorda de Querétaro, aunque la historia nos dice que es Guerrero,
Tuvo su premier en julio en Brasil, y posteriormente recibió una ovación de diez minutos en el Festival de Cannes donde se hizo acreedora a la mención honorífica en la sección Un certain regard. También fue nominada a mejor película en los Satellite Awards y en los Premios Forqué en España, en el Festival Internacional de Atenas obtuvo el premio a la Mejor Dirección, y el Golden Athena Award. En el Festival de Cine de San Sebastián, obtuvo el galardón a mejor película en la categoría de Horizontes Latinos, así como el premio AECI Cooperación Española y el premio Otra Mirada de RTVE, además del premio a mejor direccción en el Festival de Cine de Estocolmo. La directora Tatiana Huezo logró todas las nominaciones y premiaciones con su tercera película, confirmándola como un talento a seguir.
En la ciudad de México fue presentada por Yalitza Aparicio en el Complejo Cultural en Los Pinos, con una audiencia mayor a la esperada. Ésta cinta se encuentra dentro de los estrenos destacados en Netflix.
Noche de Fuego nos cuenta la historia ficticia que retrata una realidad a veces ignorada, la situación de algunas mujeres en tierras del narcotráfico, en un pueblo solitario en las montañas mexicanas un lugar donde no suele haber espacio para la paz o la justicia, las niñas se cortan el pelo como varones y tienen escondites bajo la tierra.
Reinventa los estereotipos de la narrativa sufriente del género, con un excelente guion y un desarrollo de personajes sobresaliente que da como resultado una película refrescante.
Ana y sus dos mejores amigas entran a las casas vacías de las personas que han huido del pueblo para jugar y poderse vestir de mujeres cuando nadie las ve. Crean su propio universo impenetrable, donde abunda la magia y la alegría.
De vuelta en la realidad, sus madres las adiestran para escapar de quienes las convierten en esclavas o fantasmas. Hasta que un día, una de las chicas no llega a tiempo a su escondite.
A pesar de que los narcos aparecen en una sola escena, el terror que siembran está impregnado en toda la película, el villano realmente es este miedo que recorre el pueblo a cada mención o aparición de los mismos, dejando tras de sí un rastro de terror para quienes sobreviven y no pueden huir.
Aquí se centra el mérito de la película ya que logra integrar todos los elementos de una forma orgánica, acompañado por las actuaciones de la Marya Membreño, Ana Cristina Ordoñez, Blanca Itzel, Giselle Barrera, Alejandra Camacho y Mayra Batalla.
La película es sobre la infancia, la maternidad y la supervivencia ante la ola de violencia creada por el crimen organizado, en el México rural de hoy en día, dejando un relato que da voz a todas las víctimas olvidadas.
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