¿Buscas la película de terror más perturbadora y satírica de 2025? "La hermanastra fea" no es un simple remake de Cenicienta; es una disección brutal de los estándares de belleza tóxicos, la maternidad destructiva y la competencia femenina en un mundo patriarcal.
Dirigida por la revelación Emilie Blichfeldt en su ópera prima, esta cinta noruega de comedia negra y horror corporal ha arrasado en Sundance con un 96% en Rotten Tomatoes y un 7.0/10 en IMDb, convirtiéndose en un referente del género. Si te gustó "La sustancia" o buscas reseñas detalladas de películas de body horror 2025, esta crítica completa de "La hermanastra fea" te desvelará por qué es obligatoria.
¡Explora el elenco impactante, la trama gore y el mensaje que quema! En un año donde el cine de terror explora los abismos del cuerpo y la psique –piensa en "Eddington" o "Together"–, La hermanastra fea (título original: Den stygge stesøsteren) irrumpe como un bisturí afilado.
Estrenada en Noruega el 7 de marzo de 2025 por Scanbox Entertainment, pasó por Sundance (abriendo la sección Midnight el 23 de enero) y Berlinale, y llega a cines mexicanos el 17 de octubre vía distribución independiente. Producida por Mer Film, Film i Väst y Lava Films con un presupuesto modesto de unos 5 millones de euros –filmada en Polonia, Dinamarca y Suecia–, esta sátira de 105 minutos usa el celuloide 35mm para escenas de gore práctico que erizan la piel.
Pero más allá del asco visual, es una fábula feminista que critica la "violencia estética" y los mitos románticos, actualizando los Grimm con un filo contemporáneo. Si estás cazando las mejores películas de horror corporal 2025 o análisis de Emilie Blichfeldt, esta reseña es tu zapatilla de cristal envenenada.
Elenco estelar: Myren, Loch Næss y un trío de monstruos domésticos
El alma palpitante de La hermanastra fea late en su reparto, un cuarteto que transforma la familia disfuncional en un aquelarre de ambición y dolor. En el centro, Lea Myren como Elvira, la "hermanastra fea", debuta con una performance que es inocencia rota, histeria y monstruosidad en ebullición. Myren –vista en series noruegas como Young Royals– navega por la espiral de su personaje con una vulnerabilidad que evoca a Florence Pugh en Midsommar: ojos suplicantes que se endurecen en rabia, cuerpo mutilado que grita opresión. Su Elvira no es villana; es víctima de un sistema que la obliga a cortarse para encajar, ganándose alabanzas como "un debut imparable que devora la pantalla".
Opuesta a ella, Thea Sofie Loch Næss interpreta a Agnes (la Cenicienta), no como damisela, sino como depredadora sutil: rubia, etérea y calculadora, con una sonrisa que esconde garras. Loch Næss (The Rain, Young Royals) inyecta capas de ambigüedad moral, haciendo de Agnes una rival que humaniza el odio fraternal. Juntas, Myren y ella crean una química tóxica que recuerda a los duelos en Hereditary, pero con toques de celos adolescentes amplificados por el horror.
La verdadera fuerza destructiva es Ane Dahl Torp como Rebekka, la madrastra ambiciosa y viuda empobrecida. Torp (Dead Snow, The Last King) es una leona herida: su amor maternal es un veneno que justifica cirugías caseras y humillaciones, criticando la "madre tóxica" que prioriza estatus sobre bienestar. Es un rol que evoca a Tilda Swinton en We Need to Talk About Kevin, pero con un humor negro que la hace hilarante en su crueldad.
Finalmente, Flo Fagerli como Alma, la otra hermanastra, añade comicidad patética: torpe y resentida, representa la invisibilidad de las "feas" marginadas. Este ensamble noruego –diverso en edades y cuerpos– construye un microcosmos donde la belleza es moneda de cambio, y cada actuación es un corte preciso en la psique del espectador.
Trama y sinopsis: Un cuento de hadas que sangra por los ojos
La hermanastra fea subvierte el clásico de los Grimm desde la perspectiva de Elvira, convirtiendo el baile en un campo de batalla corporal. La historia arranca en un reino de cuento donde la belleza dicta el destino: Rebekka, viuda arruinada, se casa con Otto, un noble con una hija perfecta, Agnes. Elvira, de 18 años, sueña con el príncipe Julián y el gran baile anunciado por el palacio –un evento donde el heredero elegirá esposa entre las "aptas"–. Pero Elvira es "fea": nariz torcida, sobrepeso, piel marcada; una carga para su madre, que ve en el matrimonio una salvación económica.
Lo que sigue es un descenso gore al body horror: Rebekka somete a Elvira a "mejoras" brutales –cirugías caseras con cuchillos romos, costura de pestañas postizas, dietas de laxantes y vendajes que asfixian–, inspiradas en el final grimiano donde las hermanastras se mutilan los pies. Mientras Agnes deslumbra con gracia natural, Elvira se transforma: primero en euforia ilusoria, luego en agonía física y mental. Flashbacks revelan el trauma infantil –Rebekka vendiendo su inocencia por favores–, y el clímax en el baile fusiona sátira con caos: ¿cortes de talón para encajar en la zapatilla? Aquí es un ritual público de humillación. La trama no lineal salta entre preparación y delirios, culminando en un twist que cuestiona: ¿quién es la verdadera Cenicienta en un mundo de impostoras?
No es un slasher; es una road movie interna hacia la autodestrucción, donde cada "tratamiento" es una metáfora de la industria: dolor por likes, mutilación por aprobación. Con toques de comedia absurda –como Elvira practicando sonrisas en un espejo roto–, la sinopsis dura 105 minutos que se clavan como alfileres: adictiva, asfixiante y reveladora.
Análisis: Temas sangrantes bajo el velo del horror corporal
Emilie Blichfeldt, guionista de cortos como The Crossing (ganador en Clermont-Ferrand), firma un debut que dialoga con "La sustancia" de Coralie Fargeat: ambas usan el body horror para destripar la obsesión por la juventud y la delgadez, pero La hermanastra fea enfoca la niñez y la maternidad tóxica.
Inspirada en los Grimm –donde las palomas arrancan ojos a las hermanastras–, Blichfeldt critica los "cuentos Disney" que romantizan la sumisión: Cenicienta no es heroína, sino privilegio blanco y delgado. Elvira encarna la "mujer promedio" luchando por encajar en un zapato imposible, exponiendo la violencia patriarcal que convierte cuerpos en campos de batalla.
Visualmente, es un festín decadente: la fotografía de Marcel Zyskind usa zooms lentos y paletas pastel podridas –rosas sangrientos, azules mortecinos– para evocar los 70s, mientras el gore práctico (narices reventadas, piel cosida) es tan táctil que duele. La banda sonora, con valses distorsionados y drones folk, amplifica la paranoia. Temas como la masculinidad tóxica (el príncipe como trofeo vacío) y la sororidad fallida resuenan universalmente, haciendo de esta cinta un manifiesto contra Instagram y cirugías: la belleza no libera; encadena.
Comparada con otras películas de terror 2025, destaca por su intimidad: es claustrofóbica como "The Substance", pero con humor que alivia el asco. Sí, el tono oscila –de sátira a drama–, y algunos ven su final "abrupto", pero eso potencia su crudeza.
Críticas y recepción: ¿La joya gore del año?
El veredicto es ensordecedor, un martillo contra el cuento de hadas, gore maestro que genera pesadillas; comedia macabra sobre mutilación y maternidad; despiadada y consciente, hurgando donde duele. Destaca su body horror feminista que supera a sus pares; un terror que no se olvida, sobre obsesión y dobles estándares".
El consenso: 96% en Rotten Tomatoes (127 reseñas, 7.7/10 promedio), 72/100 en Metacritic.
En taquilla, ha recaudado 308.555 dólares en EE.UU. con proyecciones de 20 millones globales gracias al boca a boca festivalero. En Latinoamérica, llega vía Cine CANÍBAL, posicionándose como hit de culto.
Conclusión: Corta tu zapatilla y ve "La hermanastra fea"
La hermanastra fea no es solo el debut del año; es un grito visceral contra los mitos que nos mutilan. Con Blichfeldt al mando, Myren en éxtasis y un guion que sangra verdad, esta gema de horror corporal 2025 redefine Cenicienta como fábula de resistencia. En un mundo de filtros y bisturís, nos recuerda: la fealdad es poder, no maldición. ¿La verás? ¿Eres Elvira o Agnes? Comparte en comentarios tu opinión sobre body horror o Emilie Blichfeldt. ¡No te pierdas este baile sangriento!
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