EO es la última película del director polaco Jerzy Skolimowski, que aún nos logra sorprender a sus 84 años, marcando un regreso triunfante en el Festival de Cine de Cannes con la odisea del burro que le da el nombre a la película, que tardó casi 2 años en grabarse.
Pero también sirve como tributo a una película de 1966 llamada, Au Heard Balthazar, del director Robert Bresson, en donde dos niños bautizan a un burro recién nacido, pasamos con el toda su vida y cuando Balthazar da su último aliento lloramos por el apego que formamos con él.
El director Jerzy Skolimowski llegó a reconocer que la cinta de Bresson es la única que le ha ocasionado derramar una lágrima en el cine, ahora a sus 84 años nos regala una película que muy seguramente estará destinada a tener efectos similares, muchos saldrán conmovidos pero ése es el resultado de una manipulación de sentimientos, más que de una empatía natural.
En la película de Batlhazar se rechaza el sentimentalismo, cinco muntos después de que el burro nace, el niño que lo bautizó fallece, por lo que el burro cambia de dueño en repetidas ocasiones, a la que solo el burro, y por ende, la audiencia, tenía conocimiento.
En EO la dinámica es parecida, solamente que Jerzy romantiza y humaniza al burrito, con algunas escenas subjetivas como flashbacks, recuerdos o sueños.
EO sigue su vida entre dueños, a través de dificultades y fronteras, una crítica sobre nuestras relaciones con otros animales como especie, tocando temas como el trabajo, la comida y la compañía, todo desde el punto de vista del burro al que llegamos a adorar.
Se presenta a EO como un entrañable animal, simbolizando una inocencia encarnada, y se utiliza la gran mayoría de la película para acusar a los dueños del mundo, los hombres.
Dentro de los personajes humanos podemos ver anarquistas, obreros de fábricas, granjeros y traficantes de pieles de zorro; se toman algunos riesgos, porque seguir la trama puede ser un poco confuso en especial con algunos cambios de escenas, como entrar por un túnel y salir en un campo, o salir de una villa italiana directamente al matadero.
Iniciamos cuando EO ya es adulto y tiene un nombre, el cual se despliega en una pancarta en medio de luces de un circo ambulante, el burro tiene una buena vida ahí, lo cuida una bailarina de nombre Kasandra, interpretada por Sandra Drzymalska, lo adora. Le acaricia su crin, lo llena de besos, y le de de comer pastelitos de zanahoria cuando hay ocasiones especiales, no hay nada mejor en la vida que eso.
Pero es ahí cuando aparecen unos activistas que están abogando por los derechos de los animales, quienes están acusando al circo de tortura y están exigiendo que ya no los incluya en su espectáculo. EO es alejado del circo y los manifestantes se creen victoriosos, pero no se dan cuenta de que su vida sera un martirio de ahora en adelante, el burro emprende un viaje sin retorno, enfrentándose a un mundo hostil hacia los animales.
Aunque la película claramente ocupó burros vivos para su filmación, seis de ellos de hecho, y aunque se tuvieron todos los cuidados correspondientes, es posible que en algún momento dado una película así no podría estar permitida en lo absoluto. Y no sería lo mismo si EO fuera creado por computadora, ya que parte de su magia viene de la manera en que se proyectan las emociones humanas del protagonista, aunque sea completamente silencioso.
En el viaje de Polonia e Italia se incluyen algunas imágenes apocalípticas mientras se tocan temas como la conciencia de los animales, como es su comunicación, y la industrialización de la agricultura.
Algunos de los trucos utilizados para comunicar el estado del ánimo del burro es la musicalización electrónica de Paweł Mykietyn, ademas de algunas tomas forzadas como cuando se asoma por la ventana de un trailer y ve una manada de caballos salvajes corriendo libres. Inferimos que estamos viendo envidia o un sueño.
Se utiliza al animal para comentar sobre la naturaleza humana, aunque de manera didáctica, se incluyen escenas de deforestación o una enorme presa artificial, cuando EO solo recuerda a su amiga del circo.
Las escenas se pudieron haber organizado en cualquier orden, con algunas apariciones en el camino como la de Isabelle Huppert como la señora que rompe platos, unas de las pocas escenas que parece estar fuera de contexto con respecto al resto de la película, y la de Lorenzo Zurzolo como el hombre que le pide perdón a EO por todos el salami que ha comido en su vida.
Si le diéramos un nombre a un animal se va a volver mucho más difícil de enviarlo al matadero o a una fábrica de pegamento, sin embargo no dejamos de usar resistol solo por haber hecho un amigo equino.
Los humanos no salimos muy bien parados después de ver ésta película, robándole la inocencia a los pobres animales ignorando completamente el hecho de mientras más lo hacemos más perdemos nuestra propia humanidad. Aunque también podríamos hablar de que es una crítica de la comunidad polaca violenta sin sentido, pero todas las sociedades son así.
No sabemos que es lo que tiene OE que saca lo mejor de algunas personas y lo peor de otras, así como no sabemos que puede constituir en una película como ésta un final feliz, Al final todos los animales vamos a morir, pero es mucho más triste cuando conocemos al animal.
El director es un veterano, sabe que una película así no debe de extenderse mucho, así que presenta todo en un tiempo de 90 minutos que son más que suficientes para causar un impacto con un buen criterio.
Toda ésta amalgama de talento y experiencia le dio suficiente impulso como quedar empatada junto con Le Otto Montagne, de Félix Groeningen y Charlotte Vandermeersch, en primer lugar, ganando el Ex Aequo, también conocido como el Premio del Jurado, en el pasado Festival de Cine de Cannes en su edición 75.
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