Stars at Noon, es la película que quedó en segundo lugar durante el Festival de Cine de Cannes, de la directora Claire Denis, en la segunda ocasión que participa en el Festival. La cinta está adaptada del libro de Denis Johnson de 1984, con un tono geopolítico poco más paranoico al que estamos acostumbrados.
Primero que nada, nos damos cuenta de que la película cambia por completo la vestimenta que podríamos esperar y remplaza la emoción de una persecusión, por pasión carnal y algunas otras cosas ilegales.
Claire nos brinda un título en inglés que se desarrola en centroamérica, siguiendo la historia de Trish, interpretada por Margaret Qualley, que atrapa nuestra atención con una mirada que bien podría haber sido extraída de la época del cine mudo, incluso con diálogos que se pueden volver un poco torpe, una joven desorientada que menciona que es periodista, aunque durante la película la describen como una prostituta norteamericana que bebe como Apache.
La verdad de Trish está en algún punto medio entre las dos descripciones, con la excepción del alcohol; estaba informando sobre crímenes de guerra al norte de Nicaragua antes de que las autoridades locales le confiscaran su pasaporte y cambiarán sus dólares por moneda local; ha asegurado su estadía en un hotel sucio, rentando su credencial de prensa y a veces utiliza su cuerpo como manera de pago. Atrapada sin salida, Trish sigue su estilo de vida de mujer joven en problemas, recurriendo a trucos por dinero y ocupando la bebida para hacer más pasadera su estadía obligada.
Conoce a Daniel, interpretado por Joe Alwyn, cerca de un lujoso hotel donde está espiando a otra persona, después se acuesta con el petrolero británico que tiene una esposa en casa además de que las fuerzas especiales lo están acechando. Los estatutos de la relación son claros de inicio, pero poco a poco se enciende una llama que los confunde a los dos, no se muestran tímidos en lo más mínimo, aunque esa química no se traslada de la mejor manera a la pantalla.
La frialdad tiene un papel muy importante, una vez que llegan los hombres G de Costa Rica, buscando una SIM con información vital, Trish y Daniel emprenden en una persecución tratando de perder al agente que los persigue, tropezándose con taxis, cruzando callejones, al igual que tianguis mientras suena la música llena de notas graves de Frosty Tindersticks, aquí la tristeza de estar ebrio durante el día cálido de Nicaragua es intercambiado por la tensión de la persecusión.
El libro está ambientado en los 80s, pero la cineasta tuvo la buena suerte de rodar durante la pandemia, ya que pudo utilizar máscaras y centros de control COVID como dispositivos narrativos, que agregan tensión a la búsqueda, e incluyen una manera ingeniosa de ayudar a pasar desapercibidos sin necesidad de recurrir a las gafas oscuras y sudaderas que ya hemos visto tanto, las palabras déjame ver tus papeles crea una amenanaza nueva y contemporánea. De la misma forma cuando los vemos con el rostro libre en una muchedumbre cubierta de máscaras, visualmente se puede aislar a la pareja de una manera muy eficiente y al mismo tiempo se hace referencia a un contexto más oscuro que no está solamente vinculado a la pandemia.
Es poco aparente que Trish y Daniel pueden ver su prisión al aire libre como un castigo, mientras encuentran amor solo para pasar el tiempo. Trish nunca pierde la sangre fría, tal vez no tenga seguridad en sí misma o solo no tiene autoconciencia, después de todo es joven, bonita, blanca y americana; la actuación de Margaret transmite toda esa información pero el guión también lo explica de una manera nada sutil, cuando un agente de la CIA, interpretado por Benny Safdie, aparece en escena.
Aquí es cuando el diálogo forzado es puesto en turbo, el control de Daniel nunca cesa, se generan frases extrañas, el lenguaje corporal de Margaret ahora nos da el doble de información con la mitad de gestos, lo que hace que Stars at Noon se sienta como dos películas al mismo tiempo, el thriller y la versión onírica, un drama emocionante revaluado desde un punto de vista más feminista; la cineasta nos da la promesa de que regresará con nuevos problemas que resolver y mayores alturas donde volar.
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